La dieta es la segunda causa más prevenible de cáncer después del tabaco. Una dieta adecuada ayuda a prevenir el 35 % de todos los tumores. No es ninguna novedad si te decimos que comer alimentos poco saludables no es recomendable.
Aunque el consumo de estos no causa cáncer, como todo en esta vida que se haga en exceso puede ser perjudicial. Los malos hábitos alimenticios persisten en el tiempo. De este modo el riesgo de enfermedad aumenta significativamente.
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La alta sobrecarga calórica en la dieta puede dar a cabo cánceres dependientes de hormonas como el cáncer de mama, próstata y útero. Así como el cáncer colorrectal, renal, de las vías biliares y pancreático.
El alto contenido en grasas, la disminución de la actividad física, la obesidad y la eliminación de alimentos hipocalóricos eleva el índice glucémico. Además de los niveles de insulina y otras hormonas y mediadores que afectan el desarrollo de enfermedades.
Por ejemplo, para evitar enfermedades del corazón, es mejor reemplazar las grasas saturadas con grasas no saturadas.
Al mismo tiempo que se limita la cantidad de grasa consumida a menos del 30 % de la ingesta diaria de energía.
Así como tratar de eliminar los alimentos que contienen ácidos grasos. Como la margarina o las papas fritas envasadas, entre otros.
Bollería, magdalenas o tartas. Estos productos de repostería solo deberían consumirse en circunstancias excepcionales. Ya que contienen altas concentraciones de azúcar y grasas con escaso valor nutricional.
Si es cierto que las mermeladas y los helados contienen menos azúcares refinados. Aun así, también es recomendable que se consuman con moderación sin superar una ración al día. Tanto para las personas que tengan sobrepeso como las que no presenten factores de riesgo.
Por otro lado, también hay las bebidas azucaradas. Estas pertenecen a la categoría debido a que tienen mucho azúcar añadido.
Por lo tanto, se recomienda consumir menos y elegir alternativas más saludables. Como agua, té sin azúcar, café sin azúcar, leche descremada, jugos de frutas frescas o batidos caseros.
El consumo de carne roja aumenta el riesgo de cáncer colorrectal. Esta no debería consumirse con más frecuencia que una o dos veces por semana, según las pautas. La recomendación es de 3 a 4 porciones de carne blanca por semana para la mayoría de las personas.
La carne blanca incluye aves como el pollo o el pavo. Así como animales como el conejo, los lechones y el cordero lechal. La carne roja incluye carne de res, cerdo, ternera y cordero de Pascua.
Los productos ahumados no se salvan. El método utilizado para preparar alimentos ahumados ha sido identificado como un poderoso cancerígeno.
Es por eso por lo que se desaconseja su consumo. Los embutidos, en particular el jamón, se encuentran entre estos alimentos y son los menos dañinos.
El consumo excesivo de sal se ha asociado con un mayor riesgo de enfermedad renal, presión arterial alta y enfermedad cardiovascular. Sin embargo, la ingesta de salinidad y el riesgo de cáncer son menos conocidos.
Los estudios han sugerido un vínculo entre el consumo de sal y ciertos tipos de cáncer, incluido el cáncer de páncreas y gástrico. Al mismo tiempo, en otros estudios se encontraron hallazgos contradictorios o la falta de una relación significativa.
Es importante recordar que la ingesta de sal de una persona puede variar según su dieta general y su estilo de vida. Además, en lugar de salar los alimentos mientras se preparan o se sirven, la mayoría de las personas obtienen la mayor parte de su ingesta de sal de alimentos procesados.
Así pues, para mejorar la salud en general, se recomienda reducir el consumo de alimentos procesados y limitar la cantidad de sal en la dieta.