El mercado laboral ha ido evolucionando con el tiempo. Cambian los condicionantes económicos, surgen nuevas empresas, aparecen nuevas tecnologías y se buscan distintos tipos de profesionales.
El trabajador es el agente de la empresa que está más sujeto a todos los cambios que condicionan el marco laboral, pero es labor de la empresa decidir qué perfil de empleado es el más recomendado y orientarle en su camino profesional.
A la hora de elegir o mantener a sus empleados, una empresa siempre tendrá en cuenta en primer lugar la productividad. Sin embargo, para alcanzar la máxima eficiencia en el trabajo es necesario que el trabajador cuente, además de con una preparación sólida, con otra serie de cualidades.
A continuación vemos precisamente cuáles son las cualidades que debe tener el profesional del futuro… y del presente.
En los tiempos que corren es imprescindible ser un profesional tecnológico, que sepa manejarse con las nuevas tecnologías y esté habituado a hacerlo. Cada vez en mayor medida, todo está informatizado y automatizado, y se utilizan herramientas que simplifican las tareas y procedimientos. Es muy importante estar al tanto de todos los avances del sector que podrían ser beneficiosos para la operativa de la empresa.
Cuando hablamos de un profesional versátil no nos referimos a que sea capaz de trabajar en muchas áreas distintas, sino que sepa adaptarse a los cambios que se puedan producir en la empresa como consecuencia de reorganizaciones internas o de la propia evolución del sector.
El profesional del siglo XXI debe estar siempre disponible y saber manejar todas las herramientas de comunicación que tenga a su alcance. Por supuesto, debe estar al tanto de las nuevas tecnologías en materia de comunicación, por ejemplo manejar herramientas internas para la comunicación entre empleados o vías para estar en contacto con los clientes.
El profesional del futuro es un profesional orientado a objetivos, pero que entiende la importancia del grupo y de los demás para alcanzar dicho objetivo. Es un profesional empático, capaz de ponerse en el lugar de compañeros y clientes, proactivo, siempre dispuesto a echar una mano. Su capacidad productiva se centra más en la capacidad de saber qué es lo que realmente necesita el cliente.
La sociedad y el ámbito empresarial avanzan a velocidad vertiginosa y, por tanto, el profesional del futuro debe estar siempre en constante aprendizaje para adaptarse a los nuevos tiempos. Por ello, debe ser también una persona curiosa, inconformista, que siempre busque el siguiente escalón.
La capacidad de análisis es básica para elaborar con éxito cualquier plan estratégico. El profesional del futuro es capaz de analizar las variables del entorno empresarial, socioeconómico y cultural para actuar con base a ello de la mejor manera posible. Además, su capacidad de análisis es fundamental para saber cuáles son sus puntos débiles (y/o de la empresa) y trabajar para eliminarlos.
No hace falta decir que en la cultura de la imagen, la imagen es fundamental, valga la redundancia. La imagen de marca va mucho más allá de la apariencia física. Se trata de representar la idiosincrasia, la cultura y los valores de la empresa. No se trata solo de producir o de vender, sino de cómo vendemos y cómo somos vistos desde los ojos del cliente.