La mayoría de las mujeres que se encuentran, o desean encontrarse, esperando un hijo saben que los ginecólogos recomiendan la ingesta de ácido fólico en el embarazo. Sin embargo, muchas de ellas desconocen las razones de dicha recomendación. Te las desvelamos a continuación.
¿Qué es el ácido fólico?
El ácido fólico, o vitamina B9, pertenece al complejo de vitaminas B y desempeña un importante papel en el ciclo celular, siendo imprescindible tanto en la fase de división como en la de crecimiento rápido.
Es por ello que el ácido fólico en el embarazo resulta especialmente necesario, así como en la infancia. Su déficit puede perjudicar al desarrollo embrionario del futuro bebé, conllevando graves defectos congénitos, siendo el más conocido de todos la espina bífida.
El tubo neural es la estructura embrionaria a partir de la cual se origina el sistema nervioso central (encéfalo y médula espinal), que es a su vez el encargado de regir todas las funciones del cuerpo humano, tanto las primitivas como las superiores. El cierre de dicha estructura, si el desarrollo sigue su curso con normalidad, tendrá lugar en torno a la 6ª semana de gestación.
Los defectos del tubo neural serán, de este modo, debidos a una alteración en el cierre del mismo. Este fallo se localizará a dos niveles: el cerebro y la columna vertebral. En el primer caso dará lugar a anencefalia (ausencia de encéfalo), condición terriblemente trágica e incompatible con la vida; y en el segundo a espina bífida, en donde la columna vertebral no se ha cerrado por completo y la médula espinal queda así desprotegida.
Según la evidencia científica, la suplementación con ácido fólico durante el embarazo previene los defectos del tubo neural. Se recomienda una ingesta de 0,4 mg al día durante, al menos, tres meses antes de la concepción y hasta completar el primer trimestre de gestación. Los estudios afirman que con ello se reduce hasta un 70% la probabilidad de espina bífida en el recién nacido.
Ha de tenerse en cuenta que las mujeres con antecedentes familiares, o embarazos previos de hijos con defectos del tubo neural, deberán tomar hasta 10 veces más dosis: esto es, 4 mg al día.
El ácido fólico es necesario para la formación y crecimiento de los glóbulos rojos (las células sanguíneas encargadas de transportar el oxígeno). Su déficit produce un tipo de anemia llamada megaloblástica (los glóbulos rojos son anormalmente grandes y, por tanto, inservibles).
La anemia, o falta de glóbulos rojos, resulta fisiológica en el embarazo. Ello se debe a que la sangre está más diluida, puesto que se necesita un mayor volumen sanguíneo para satisfacer las demandas de la nueva vida que está creciendo en nuestro interior. No obstante, un déficit de vitaminas puede aumentar esta predisposición, hasta convertirla en una situación patológica.
3. Disminuye la probabilidad de depresión postparto
Diversos estudios relacionan niveles bajos de ácido fólico en el embarazo con un mayor riesgo de depresión. Durante la gestación las necesidades de esta vitamina están aumentadas, y el aporte a través de la dieta puede no ser suficiente.
El puerperio, o postparto, es una etapa especialmente crítica para aquellas mujeres vulnerables a la depresión, donde los cambios hormonales y vitales, unidos al estrés físico y emocional del parto o cesárea, pueden acabar desencadenando el cuadro conocido como depresión postparto.
El ácido fólico es necesario para la correcta síntesis de serotonina, una sustancia química con un papel protagonista en la regulación del estado anímico. Los fármacos antidepresivos actúan aumentando los niveles cerebrales de serotonina. Unos niveles adecuados de ácido fólico serían, entonces, una prevención natural contra la depresión.
Los alimentos más ricos en ácido fólico son los siguientes:
Como las espinacas, las lechugas, la rúcula, las acelgas… incluido el perejil, que puede añadirse picado, como condimento de los platos principales. El “kale”, últimamente de moda, es otra buena opción.
El brócoli, las colas de Bruselas o los espárragos son algunos ejemplos. No ha de olvidarse nunca que el ácido fólico es termosensible, ya que se pierde con el calor y ciertas formas de cocción, siendo al vapor la mejor manera de cocinar estas verduras.
Entre ellas las judías, los garbanzos, los guisantes y, sobre todo, la soja.
La cerveza sin alcohol, durante el embarazo, es una fuente de ácido fólico recomendada por ginecólogos. También contienen esta vitamina las semillas de girasol o de calabaza.
Destacando los cítricos (el zumo de naranja natural es la bebida que más ácido fólico contiene), el aguacate, el plátano y el melón.
Como las nueces, las almendras y las avellanas, por mencionar algunos ejemplos de las mismas.
En España se recomienda el comienzo de la ingesta de suplementos de ácido fólico un mes antes de la concepción. Lo que quiere decir que ha de empezar a tomarse, como mínimo, un mes antes de buscar activamente el embarazo. Algunos expertos, más conservadores, recomiendan al menos tres meses.
En cualquier caso, lo ideal es que pidas cita con tu ginecólogo para una consulta preconcepcional, es decir, aquella que tiene como fin optimizar las posibilidades de concebir y planificar un embarazo sano. Él será quien te explique, de una manera clara y precisa, cuándo has de iniciar los suplementos de ácido fólico.