Un problemático 13 por ciento de individuos infectados por el VIH se niegan a confesar a sus parejas su situación de seropositivos y, peor aún, a adoptar medidas para evitar el contagio durante la relación sexual. Las autoridades sanitarias estadounidenses consideran más importante que nunca difundir la importancia de la responsabilidad en las aproximaciones sexuales.
"La mayoría de los individuos infectados por el virus del sida optan por la abstinencia sexual o por revelar su estado a sus parejas y adoptar medidas que minimicen el riesgo de contagio. Sin embargo, existe un grupo de personas infectadas, varones homosexuales sobre todo, que ocultan esta información y siguen conductas de riesgo”, afirma Daniel Ciccarone, profesor de la Universidad de California, en San Francisco, y autor del Estudio sobre Salud Urbana que recoge estos datos.
Este trabajo, que se publica en ‘American Journal of Public Health’, ha analizado un aspecto preocupante de la realidad social del sida que es este grupo de pacientes VIH+ que ponen en riesgo de contagio a sus parejas sexuales sin el consentimiento de estas.
El trabajo se ha realizado con una muestra de 606 varones homosexuales y bisexuales, 287 heterosexuales y 504 mujeres heterosexuales. Todos ellos eran VIH positivo. Según se desprende de las encuestas realizadas, los hombres homosexuales y bisexuales eran más propensos a mantener relaciones no exclusivas, que los heterosexuales y las mujeres. La diferencia es importante, porque los gays que mantienen una relación estable suelen revelar su estado de salud. En cambio, la mayoría de los casos en que se ocultaba, la relación era esporádica.
Los autores del trabajo indican que necesitan ampliarlo para recabar las razones por las que los pacientes ocultan la verdad. Ante estos datos, recuerdan el lema ‘do ask, do tell’ (‘pregunta, cuenta’) propuesto por los responsables sanitarios estadounidenses y que hace hincapié en la sinceridad ante las relaciones sexuales para evitar un riesgo innecesario.
Además, los especialistas españoles recuerdan que no hay que perderle el miedo a la infección, pues la primera generación de antirretrovirales ha llegado a su límite de capacidad terapéutica y mientras llega el relevo de los nuevos fármacos, debe recuperarse el espíritu preventivo de los primeros años de la enfermedad.