Por lo general una enfermedad impactará negativamente las funciones físicas o mentales de una persona; el mal de Alzheimer ataca a ambas. Destruye lenta e inexorablemente la memoria, la lógica y el lenguaje. Algunas tareas básicas y sencillas – como por ejemplo comer o peinarse – son olvidadas y, una vez que la enfermedad se desarrolla, no hay vuelta atrás.
Esta enfermedad tiene ese nombre en honor al Dr. Alois Alzheimer, un neurólogo y psiquiatra alemán que durante una autopsia en 1906 descubrió cambios físicos en el cerebro de una mujer que había muerto de una extraña enfermedad mental. El investigador encontró placas y anomalías en el cerebro, lo cual hoy sabemos que caracteriza a la enfermedad.
Aunque a día de hoy no hay manera de eliminar la enfermedad, hay tratamientos y también remedios caseros que pueden prevenir su aparición. También existen métodos que ayudan tanto a los pacientes, como a los que tienen que cuidar de ellos.
El Alzheimer está dentro del grupo de desórdenes cerebrales llamados demenciales, los cuales son síndromes degenerativos y progresivos del cerebro que afectan a la memoria, los pensamientos, el comportamiento y las emociones.
En realidad se trata de la causa más común de la demencia: entre el 50 y el 60 % de los casos se pueden atribuir al Alzheimer.
Algunos síntomas en sus fases más tempranas incluyen:
- Dificultad para recordar nombres, lugares y caras.
- Ciertos problemas para recordar cosas que acaban de ocurrir.
- Cambios de personalidad y confusión.
De todos modos, no siempre se deben achacar estos síntomas al Alzheimer, ya que hay otros factores como el cansancio o ciertas condiciones físicas que también pueden producirlos. Sin embargo, si estos signos empiezan a derivar en problemas de comprensión, de hablar, leer y escribir, entonces sí debemos estar alerta.
Cabe destacar que también pueden ocurrir problemas físicos, ya que la persona simplemente se olvida de hacer cosas importantes para su salud o le resulta difícil hacerlas.
Aunque todavía no se saben las causas del Alzheimer, sí se sabe que hay algunos factores de entorno y alimentarios que parecen estar envueltos en la enfermedad.
Por ejemplo, se ha culpado al aluminio como una posible causa, pero no se sabe a ciencia cierta. Sin embargo, muchos investigadores creen que si el aluminio juega un papel en el desarrollo de la enfermedad, es solo una causa menor.
Por otra parte, se sospecha de causas hereditarias. Se ha descubierto que algunos genes presentes en pacientes, también lo estaban en familiares muy cercanos que tenían la misma dolencia. Sin embargo, aún son necesarios más estudios científicos para confirmarlo definitivamente.
Aunque la ciencia médica no tiene todavía una cura para el Alzheimer, la situación no es tan oscura como lo era hace una década. Las investigaciones han descubierto remedios que pueden ayudar a aliviar los síntomas y ralentizar el avance de la enfermedad, así como ayudar a contrarrestar las consecuencias de la misma.
Por otra parte, para algunos aspectos, como por ejemplo la higiene, se puede convertir en un grave problema según la dolencia progresa y el cuidado personal se hace cada vez más difícil. La alimentación también es crucial, ya que es peligroso dejar a un paciente solo en la cocina, cuando ya no se acuerda cómo se preparan los alimentos.
Otra cuestión vital es la medicación: ¿cómo dejar que el paciente tome solo sus medicinas cuando su memoria ya está seriamente comprometida?
Afortunadamente, en la actualidad ya hay cursos especializados para cuidadores de pacientes con esta enfermedad, lo que hace mucho más fácil la vida de toda la familia. Nada como un profesional que pueda entender al paciente y hacerle la vida mucho más llevadera.