Imagínate la escena, vas tranquilamente andando por el parque en un día normal, cuando de repente y sin aviso, comienzas a sentir angustia y pánico. El mundo empieza a girar y todo lo que te rodea comienza a parecer irreal. Tu corazón comienza a latir tan fuerte que te empieza a doler el pecho y la garganta se bloquea por momentos.
Con una respiración agitada, piensas si estás teniendo un ataque al corazón, o peor aún, “Estoy a punto de morir?” El pánico sigue creciendo hasta un punto donde crees que no puedes aguantar más. Entonces, empieza a desaparecer y todo va volviendo a la normalidad. Confuso y algo preocupado, coges el coche y te vas a casa, donde sabes que estás seguro. Piensas “Nunca volveré a ese parque”, y no se te quita la idea de si te puede volver a pasar algún día.
Si alguna vez has tenido un ataque de pánico, ya estarás familiarizado con este tipo de experiencias. El cuerpo misteriosamente cambia de repente a un estado de “huir a toda costa” cuando realmente no existe ningún peligro evidente. Básicamente, tienes la misma sensación que tendrías si oyeras un ladrón entrar en tu casa en medio de la noche. Sin embargo, nada que nos pueda asustar o amenazar ha pasado.
Aunque mucha gente tiene ataques de pánico aislados, otros tienes ataques recurrentes de este tipo, lo cual se llama desorden de pánico. Aunque pueda parecer extraño, este tipo de ataques son más comunes de los que nos creemos.
Los ataques de pánico pueden durar de unos pocos minutos a incluso una hora, y pueden asustar extremadamente y confundir a la víctima que lo sufre. Si se tienen muchos ataques de este tipo y no son tratados, pueden llevar a una persona a sufrir agorafobia, donde el miedo a tener un ataque se intensifica tanto, que el sufridor evita todos los lugares públicos.
Por lo tanto, ¿por qué tu cuerpo tiene estas respuestas de miedo a un peligro que no existe? ¿Qué está ocurriendo en nuestro interior para tener una reacción física como esta?
Cuando tienes un ataque de pánico, generalmente experimentas al menos cuatro de los siguientes síntomas, según los estándares implantados por el Manual de Diagnóstico y Estadísticas de Desórdenes Mentales: Incremento de los latidos del corazón, temblores, mareos, sudores, sensación de ahogo, náuseas, dolor en el pecho, una sensación de irrealidad, angustia y sentir que nos puede pasar algo grave en cualquier momento.
Poniéndolo de una forma simple, un ataque de pánico es una reacción de terror pero sin haber un motivo aparente. Psicológicamente, funciona como el miedo común lo hace. El sistema nervioso autónomo mantiene las funciones involuntarias en nuestro cuerpo. Coge señales de nuestro sistema nervioso central y los lleva a varios órganos, incluyendo corazón, riñones y ojos.
De esta manera, puede controlar las secreciones hormonales, la presión de la sangre, los músculos y el tamaño de la pupila. El sistema parasimpático controla las funciones normales de los sistemas internos cuando el cuerpo está calmado. El sistema simpático toma el control cuando se está excitado.
Cuando está asustado, el sistema nervioso simpático libera ciertas reacciones en el cuerpo. En los principios de un ataque de pánico, este sistema nervioso causa que los músculos se tensen. También envía un mensaje a las glándulas de la adrenalina para liberar la hormona con ese nombre.
La adrenalina tiene muchos efectos en el cuerpo: Produce sudor y aumenta los latidos del corazón. Con los músculos del pecho y garganta tensos, es más difícil respirar. Normalmente, después de un momento de miedo, el sistema nervioso parasimpático rápidamente calma el cuerpo bajando el promedio de latidos del corazón y la presión sanguínea. Eso no pasa en un ataque de pánico.
Por alguna razón desconocida, el sistema parasimpático no funciona correctamente durante uno de estos ataques, lo cual deja a la persona sumida durante más rato en un estado de pánico. Las reacciones de miedo tienen ventajas en situaciones de peligro real.
Toda esa adrenalina y músculos en tensión nos ayudan a escapar de una situación de verdadero peligro. Durante los ataques de pánico, donde no hay peligro evidente, la reacción está fuera de lugar. Por esta razón, mucha gente cree que se está volviendo loca, pero no es ni mucho menos el caso.