Con la subida incesante de los precios de los combustibles, los conductores buscan todas las formas posibles de ahorrar gasolina. Sin embargo, hay que ir con mucho ojo, pues en algunos casos puede ser peor el remedio que la enfermedad.
Siempre se ha dicho que si no quieres gastar tanto combustible conduciendo lo que hay que hacer es ir despacio y no hacer cambios de velocidad bruscos. Es cierto, pero no es tan sencillo como parece. Y es que, para llevar a cabo esta práctica hay que tener algunas cosas en cuenta.
La idea general que se tiene es que cuanto más despacio vaya el coche y con una marcha más larga, menos gasolina se gasta. La teoría es real, pero hay situaciones en las que conducir de esta forma puede suponer ciertos problemas.
Sí que es cierto que en situaciones óptimas para ello se puede llevar el coche con la marcha más larga posible y a una velocidad moderada. Estas situaciones óptimas, sin embargo, son pocas. Solo en caso de estar circulando en zona llanas o de bajada, o cuando el motor no tenga una carga de trabajo alta.
En estos casos el coche no necesita demasiada potencia, por lo que el motor trabajará muy relajado y ahorraremos gasolina.
¡ÚNETE GRATIS YA! Grupo Oficial de Chollos y Ofertas en WhatsApp ¡Pincha aquí!
Sin embargo, si tratamos de aplicar la misma dinámica en otras situaciones, el resultado puede ser fatal. Hay que tener en cuenta que podríamos estar forzando al coche a hacer un sobreesfuerzo innecesario.
Si tratamos de circular a bajas velocidades y con marchas largas en zonas que suponen una carga alta de trabajo para el motor (como, por ejemplo, subidas), podemos provocar ciertas averías.
El coche circula falto de potencia, genera exceso de humo y todo puede acabar en una visita indeseada al taller. Además, hay que tener en cuenta que los vehículos necesitan también un acelerón de vez en cuando y subir las revoluciones.
Así pues, como decimos, circular despacio no siempre es la mejor opción. Y, pese a que el coche no va a dejar de funcionar de repente por ello, sí que se pueden provocar tres problemas distintos que van a acabar provocando averías.
Si siempre circulamos a bajas revoluciones, el coche genera más hollín del que sería normal y este no se acaba de quemar bien. Pasa especialmente en vehículos de motores diésel.
Este hollín extra acaba retenido en el filtro antipartículas, que necesita hacer más regeneraciones automáticas y acaba por desgastarse más rápido, provocando ciertas averías.
Un proceso similar es el que ocurre con el turbo del coche. Si conducimos despacio la carbonilla puede acumularse hasta llegar al turbo del motor. Si no va a más no pasa nada, pero si no se limpia regularmente puede generar un problema serio y habrá que sustituir el turbo.
Los coches que cuentan con el sistema de anticontaminación válvula EGR pueden sufrir en caso de circular siempre en marchas bajas y muy despacio. Esta válvula no puede trabajar correctamente y puede bloquearse por acumulación al no realizarse una combustión correcta.