La fiebre es, por excelencia, el principal motivo de consulta en las Urgencias infantiles. En los niños, y en particular en los bebés, la fiebre suele ser muy escandalosa: la temperatura puede subir dos o tres grados de golpe. Esta subida tan brusca no solo es subjetivamente alarmante, sino también de manera objetiva: puede provocar una convulsión febril. Es por ello que saber bajar la fiebre a un bebé es primordial.
Si sigues leyendo descubrirás qué entendemos por fiebre en el bebé, cómo se consigue bajar y cuándo es el momento de acudir al pediatra.
Se considera fiebre a la elevación de la temperatura corporal por encima de 37,5º si la medición es axilar, y por encima de 38º si es rectal. La causa más frecuente son las infecciones. En ocasiones, los pediatras no encontrarán el origen de la infección (por ejemplo, una otitis media aguda): el diagnóstico será el de “fiebre sin foco”.
La fiebre no es una enfermedad en sí misma, sino un síntoma. De hecho, es beneficiosa: es la defensa de nuestro cuerpo frente a las infecciones. Cuando los microorganismos entran en contacto con nosotros, unas células específicas “confunden” al centro regulador de la temperatura (localizado en el encéfalo, dentro del cráneo) para que aumente los grados, ya que virus y bacterias no sobreviven a elevada temperatura. El problema viene cuando es excesivamente alta y provoca un malestar intolerable: ha llegado el momento de tratarla.
Entonces, ¿cuándo diríamos que nuestro bebé tiene fiebre? Si tenemos un termómetro a mano, cuando alcance los 37,5º en axila o los 38º en recto, como hemos dicho. Si nos fuese imposible medirla en ese preciso momento y lugar, lo sabremos porque lo notaremos muy caliente al tacto, especialmente en la frente: posar los labios (que son muy sensibles) sobre ella era la forma en que nuestras abuelas detectaban la fiebre. También veremos la piel enrojecida por el calor, sobre todo en las mejillas (chapetas), además de encontrar al bebé letárgico o, por el contrario, irritable.
Las distintas opciones a tu alcance, para bajar la fiebre a tu bebé, son las que siguen:
Puede parecer de sentido común, pero en medio de la ansiedad podemos no reparar en algo tan obvio. Dejar a nuestro bebé solo con el pañal puesto es lo primero que debemos hacer.
Sumergir en agua templada, durante 15 minutos, es un remedio rápido y muy eficaz para bajar la fiebre a nuestro bebé. La temperatura del agua debe ser al menos 36º (jamás fría, como se hacía en el pasado).
Abrir ventanas y puertas para permitir las corrientes de aire en verano, y apagar la calefacción durante el invierno. El aire acondicionado en los meses de más calor, en su justa medida, también está permitido.
De agua tibia en los pulsos centrales: en la frente, el cuello, las axilas y las ingles. El mecanismo de bajada de temperatura es similar al de la inmersión en el agua.
Hacerlo frecuentemente al bebé con fiebre es fundamental. Si aún realiza lactancia materna exclusiva deberemos ofrecerle el pecho más a menudo: las tomas serán de menor duración (porque estará más saciado) pero en mayor número. En caso de que se alimentase con biberón le ofreceremos, igualmente, más veces al día; o también agua entre tomas si ha cumplido ya los 3 meses. A los bebés mayores se les puede ofrecer además zumo de fruta.
De primera elección siempre será el Paracetamol infantil (de nombre comercial Apiretal): se puede dar desde el nacimiento y es el más efectivo. En segunda instancia está el Ibuprofeno infantil (conocido como Dalsy), pues está contraindicado en menores de 3 meses (algunos pediatras esperan incluso hasta los 6 meses) y su efecto antitérmico es menor (a cambio tiene un gran efecto antiinflamatorio)
El Apiretal puede darse en intervalos mínimos de tiempo (de 4 a 6 horas, si es preciso) y la dosis será en función del peso del bebé (0,1 ml por cada kilo). El Dalsy suele pautarse cada 8 horas y también se calcula en virtud del peso (en la presentación más común, de 20 mg/ml, la dosis en mililitros será el peso del bebé dividido entre 3). Existe controversia entre los pediatras acerca de la alternancia de ambos fármacos: mientras unos prescriben alternar en caso de necesidad, otros abogan por una pauta única de Paracetamol al mínimo intervalo (4 horas)
Cabe señalar que los antipiréticos, en teoría, deberían ser el último recurso. Tiraremos de ellos si la fiebre de nuestro bebé supera ya los 39º; si no conseguimos bajar la temperatura a pesar de las medidas físicas anteriormente descritas, o si va acompañada de un gran malestar (dolor, llanto inconsolable, náuseas… etc.) incluso si solo tiene décimas. Hay que tener en cuenta que no siempre hay una correlación entre gravedad y fiebre (por ejemplo, cuadros leves, como las erupciones cutáneas por virus, pueden ir precedidos por picos elevados de fiebre; y viceversa)
Si nuestro bebé es menor de 3 meses siempre acudiremos al pediatra. También si, habiendo tomado las medidas oportunas, la fiebre no remite en 24 horas y tiene menos de 2 años; y lo mismo si no lo hace en 48 horas en los mayores de dicha edad. Asimismo, consultaremos con su pediatra si, aunque remita la fiebre, está muy decaído o llora sin consuelo, rechaza los alimentos o tiene vómitos.
En cuanto acudir a Urgencias, lo haremos si han aparecido pequeñas manchas rojas en la piel, que no desaparecen al presionar con el dedo (petequias); la fiebre es superior a 40º; presenta rigidez de nuca (sugiere una meningitis), o dificultad para respirar o mantenerse despierto. Y por supuesto si convulsiona.
La convulsión febril en niños es relativamente común. Es un episodio epiléptico, si bien no se considera como tal, que dura desde unos segundos hasta 15 minutos. Afecta, en su mayoría, a niños de edades comprendidas entre los 6 meses y los 6 años; siendo la máxima incidencia entre los 12 y los 18 meses. No producen daño neurológico y remiten solas. Más que a una temperatura exageradamente elevada, son causa de una subida muy brusca.
Por último, muchos padres llevan a sus hijos a Urgencias sin haberles dado en casa una dosis de Apiretal, para demostrar cuán elevado es el pico febril: es un gran error. El equipo de Pediatría, por defecto, os creerá siempre, incluso si a vuestra llegada la fiebre ya ha bajado con el Paracetamol; y es un sufrimiento a evitar para vuestro pequeño.