Se estima que entre un 5% y un 20% de la población presenta bruxismo y que este fenómeno puede manifestarse en cualquier etapa vital, desde la infancia hasta la etapa adulta y/o senectud.
El bruxismo puede darse tanto de manera diurna, como nocturna, aunque en este último caso, el diagnóstico se complica dada la dificultad que presenta saber qué se hace mientras se duerme. ¿Necesitas algunas pistas para saber si sufres este hábito?
El bruxismo es el hábito involuntario de rechinar o apretar los dientes, a través de movimientos de la mandíbula que presionan las piezas superiores con las inferiores.
Este fenómeno se encuentra calificado dentro de las llamadas parafunciones orales. ¿Qué queremos decir con esto? Pues nos referimos a todas esas actividades que lleva a cabo el sistema de masticación pero de una manera disfuncional. Es decir, aquellas que tareas realizadas, pero que carecen de un propósito útil..
Los síntomas de este hábito involuntario son varios y de distinta índole. Los principales son el dolor en los músculos faciales y los dientes. Además, el bruxismo también puede desencadenar dolores de cabeza y cuello, sensibilidad dental al frío y al calor, dolor constante en los oídos y tensión muscular en la espalda.
Algunos de los efectos secundarios de este hábito son el desgaste del esmalte (incluso la ruptura de alguna pieza), la inflamación de las encías y el posible desplazamiento de dientes y/o mandíbula (en casos muy graves).
Las causas principales de este fenómeno son el estrés emocional y la ansiedad. El bruxismo puede ser una manifestación involuntaria de un estado mental ansioso. También es posible que esté relacionado con alguna alteración neurológica e incluso, algunos científicos afirman que puede tener relación con algún factor genético (aunque este dato esté aún por confirmar).
Si bien el bruxismo es, en muchos casos, una patología dental, hay etapas vitales en las que puede ser considerado como un recurso útil para el desarrollo de los huesos y los músculos de la mandíbula. Esto es lo que sucede en la etapa donde los niños aún cuentan con los dientes de leche.
Tal y como se ha mencionado con anterioridad, el bruxismo en niños, puede ser un mecanismo adaptativo, y no patológico, para fortalecer la musculatura facial. Sin embargo, también existen casos donde este fenómeno sí puede resultar un problema para la salud dental de los niños.
Hay diferentes causas por las que un niño puede empezar a padecer bruxismo en su vertiente disfuncional. Entre estas, se encuentran factores que suceden también en la etapa adulta como, por ejemplo, el estrés o ansiedad, pero que, en infantes, viene dado por acontecimientos como el nacimiento de un nuevo hermano o el comienzo de la etapa escolar o un nuevo curso académico.
El recurso más utilizado para tratar el bruxismo son los protectores dentales y las férulas de descarga. Si bien es un remedio que ayuda a disminuir la presión entre dientes, el desgaste de las piezas y el dolor facial, no es la única solución existente.
Dependiendo de las causas que conduzcan a este fenómeno, también puede ser útil iniciarse en algunas técnicas de relajación, si la persona que lo padece se encuentra en una etapa de estrés emocional. Además, masajear la zona mandibular también puede ayudar a relajar la tensión concentrada en esa área.
En el caso específico de los niños, hay determinados comportamientos que pueden llevar a favorecer la aparición de bruxismo y que se pueden corregir desde bien pequeños, como es el caso de morder objetos o dormirse con la televisión encendida.
Existen una serie de recomendaciones a la hora de prevenir o mejorar los síntomas del bruxismo. Algunas de ellas son las visitas periódicas al dentista cada seis meses para poder hacer un diagnóstico precoz, hacer consultas puntuales si nota algún síntoma descrito antes, instruirse bien sobre el uso adecuado de la férula e incluso, realizar actividades como yoga o taichí para reducir los niveles de estrés.
Una cuestión importante a tener en cuenta es el momento de ir a dormir. Para reducir el bruxismo, es importante llegar a ese momento lo más relajados posibles, tanto físicamente como mentalmente.