Es habitual tener deseos, propósitos y objetivos. En concreto, cada final de año se repiten las mismas metas a conseguir: bajar de peso haciendo dieta o deporte, dejar de fumar y aprender idiomas son algunos de las más recurrentes. Pocas son las personas que no se proponen algo para estas fechas; aun así, un reducido número de ellas consigue alcanzar sus objetivos.
Aunque, se ha demostrado que es mucho más sencillo cumplir estos objetivos cuando se llevan a cabo en compañía. La razón es porque es más difícil abandonarlos cuando más personas lo intentan contigo. También porque existe más presión para llegar a los resultados; además de que decepcionas a los demás, no solo a ti mismo, si desistes.
Es usual igualmente tener el propósito de viajar más un hobby muy común, independientemente de la lejanía o cercanía al lugar de destino. Y crecer tanto personal como profesionalmente: cambiar aspectos que afectaron negativamente a nuestras relaciones sociales o alcanzar laboralmente ese puesto que tanto anhelamos.
Al igual que dejar de fumar, mucha gente aprovecha para intentar dejar otros vicios como el alcohol o, al menos, reducir el consumo de ciertas sustancias perjudiciales para la salud . O estar más cerca de familia y amigos y disfrutar de tiempo libre con ellos.
Además, también es frecuente intentar aprender nuevas áreas o materias, conseguir mantener una alimentación más saludable, ganar más dinero o economizar más sobre todo para saldar deudas o ahorrar para alguna compra pendiente e, incluso, cambiar de rutina de vida.
Es una costumbre que tenemos asumida, un hábito propio de las fechas navideñas. Realizar propósitos de fin de año es una práctica que cada persona se toma más o menos en serio; incluso las hay que los escriben en un papel y los queman tras las 12 campanadas o que los repiten mentalmente en el momento de tomar las uvas.
Según ciertas leyendas, hace 4.000 fue la primera vez que se comenzaron a hacer propósitos de año nuevo. Concretamente en la zona de Babilonia era tradición hacer promesas a los dioses para que el año que comenzaba fuese próspero y les trajese buena fortuna.
Hace 4.000 años el año nuevo empezaba en marzo, pero, aunque las fechas y rituales hayan cambiado mucho desde entonces, la rutina de intentar alcanzar unos objetivos concretos continúa en la actualidad.
La Psicología explica este hábito justificando que los seres humanos funcionamos por motivaciones y objetivos. Ya lo desarrollaba Abraham Maslow en el año 1943 cuando hablaba de su conocida pirámide.
‘La pirámide de Maslow’ expone que los seres humanos satisfacen unas metas y necesitan otros objetivos que alcanzar. Y, así, continuamente. Por supuesto, esos propósitos serán cada vez más importantes y significativos.
Por ello, la expresión ‘trabajo por objetivos’, tan citada y comentada en nuestros días, no es más que una redundancia. Pues es básicamente como funcionamos, tanto en el aspecto laboral como en cualquier área. Es nuestra base útil.
Causa por la que en fin de año es el momento perfecto para hacer propósitos, ya que el 31 de diciembre marca un antes y un después: un tiempo para reflexionar sobre lo acontecido y para tomar nuevas decisiones.
- Pasar más tiempo con los amigos y la familia
- Mantener una alimentación sana
- Ganar más dinero
- Tener más amigos
- Ir al gimnasio
- Perder peso
- Aprender idiomas
- Retomar proyectos como blogs
- Dejar de fumar u otros vicios como beber
- Tener más hobbies
- Tener pareja
- Aprender a cocinar
- Ser capaz de decir ‘No’
- Leer más
- Saldar deudas pendientes
- Aprender algo nuevo
- Escribir un libro
- Viajar
- Ser más solidario
- Ahorrar
- Ser más organizado
- Ser más feliz
- Enfadarse menos
- Aprender a cocinar
- Solucionar los problemas
- Ser más constante
- Aprovechar las vacaciones
- Probar cosas nuevas
- Utilizar menos el teléfono móvil
- Usar menos las redes sociales
- Ser más agradecido
- Ser menos negativo
- Ser más solidario
- Ayudar más a la gente
- Dormir más o descansar más, en general
- Perder menos el tiempo
- Ser mejor padre o madre
- Hacer meditación
- Realizar cursos de formación
Como hemos comentado, somos seres movidos por objetivos y motivaciones. Pero, al mismo tiempo, somos impacientes y esperamos que las gratificaciones lleguen pronto. Confiamos en obtener recompensas de forma rápida o inmediata.
Además, muchas veces no medimos las dificultades que supone emprender una actividad o conseguir algo. Pensamos que no requieren mucho esfuerzo. Aun así, existen ciertas pautas o consejos que pueden ayudar a alcanzar esos propósitos de fin de año:
Por un lado, es importante pensar bien lo que queremos lograr. No elegir un gran número de objetivos o no escoger metas muy complicadas de obtener. Tener propósitos reales, alcanzables y que podamos lograr. Además, tener pocos propósitos para poder centrarnos al cien por cien en ellos.
Es muy relevante que, cuando los tengamos claro, los apuntemos por escrito. Sobre todo para que no sean objetivos que podamos cambiar con facilidad, que no estén bien definidos, que se nos olviden… También hay que tener en cuenta que las metas de los demás no tienen por qué ser nuestras metas. Es decir, que elijamos nuestros propios objetivos.
Por ejemplo, aunque sea muy común querer adelgazar porque se lo propone mucha gente, es posible que no tengamos que bajar de peso porque estemos más o menos en forma, no tengamos tiempo de ir al gimnasio… Debemos proponernos cosas que de verdad queramos y/o necesitemos.
La compañía ayuda mucho a obtener buenos resultados. Es decir, si decides aprender un idioma nuevo es mucho más fácil si lo haces con tu pareja, amigos, familiares… Es más sencillo porque tienes a alguien a quien apoyar y quien te apoye cuando te canses o tengas la sensación de que no lo puedes conseguir.
Puedes escoger clases de italiano, por ejemplo, con una persona que te acompañe. Ir a clases con una persona conocida es más fácil, pues tienes a alguien a quien preguntarle dudas, con quien repasar contenidos…
Además, es útil estar acompañado por otra persona porque si desistes de tu objetivo tendrás la sensación de que estás decepcionando a otra persona no solo a ti mismo y pondrás más empeño en conseguirlo.
Es muy significativo que siempre persigas el propósito hacia ti. Esto quiere decir que lograr o no la meta solo dependa de ti, no de los demás. Ya que tú solamente puedes controlarte a ti mismo, pero lo que hagan o no los demás no depende de ti.
También es importante la planificación. Que no solo te centres en el propósito, sino que lo organices bien. Hay que ser contante y no esperar el resultado de repente, sino comenzar por pequeñas victorias y poco a poco ir avanzando.