Si hiciéramos referencia a los conocimientos lingüísticos de los más pequeños, nos daríamos cuenta de que en muchas ocasiones aprenden a decir alguna palabrota antes de saber definir el significado exacto de algunas palabras. Esto ocurre por el mero hecho de que los niños tienen una gran capacidad para captar el estado de ánimo de los demás, pueden saber si una persona está enfadada, preocupada, contenta, triste…
Por esa razón, aun sin saber tampoco el significado de las palabrotas que utilizan, enseguida se dan cuenta de que siempre crea una reacción al receptor, normalmente rabia o enfado, incluso a veces llegan a causar emociones, hacen llorar o reír. Los pequeños aprenden que dichas palabrotas hay que soltarlas en situaciones específicas, como por ejemplo cuando se enfadan.
En primer lugar debemos de tener en cuenta que nuestra reacción ante dicha conducta NO debe presentarse de la siguiente manera:
- Con una sonrisa divertida: Esto hace pensar al niño que lo que está haciendo está bien y es divertido, por lo que volverá a probarlo en poco tiempo.
- Con sarcasmo e ironía: Los más pequeños no tienen todavía la capacidad de entender los sarcasmos ni ironías, si le decimos que lo que ha dicho es muy bonito mirándolo con mala cara le crearemos dudas y de nuevo volverá a probarlo para saber que reacción causa en nosotros.
- Con un insulto: Nuestro ejemplo es primordial en la educación de los más pequeños, aprenden por imitación, por lo que si le insultamos como contestación a un insulto que ha hecho él con anterioridad, el niño no lo encontrará justo y volverá a repetirse.
- Con recriminaciones: Este no es el momento de recriminarle al niño lo que siempre hace o dice, seguramente está enfadado y si aplicamos acusaciones seguirá el enfado e incrementará los insultos.
- Con la promesa de premios y recompensas: Si le decimos al niño que vamos a premiarle si consigue estar ciertos días sin decir ninguna palabrota, la misma acaba siendo la responsable de un premio, por lo que se vuelve en algo bueno para él. Una vez conseguido el premio volverá a decir palabrotas para poder volver a jugar y conseguir otro obsequio.
- Con orgullo: Sentirnos orgullosos de que nuestro hijo dice palabrotas es un gran error, la utilización de palabrotas, en la mayoría de los casos denota falta de autocontrol. Además, el pequeño apenas sabe el significado de la palabra que ha utilizado.
- Preguntando el porqué: Hasta los 10 años aproximadamente los niños no son capaces de responder a quién les pregunta el porqué de algo. El comportamiento transgresivo del niño está orientado a lograr un objetivo, generalmente, inconsciente. Por ejemplo, comprobar el efecto de decir una palabra.
- Con resignación: si respondemos con resignación estamos neutralizando el significado ‘malo’ de la palabrota.
Aunque en estos momentos, después de leer lo anterior puede parecer que no hay ninguna respuesta o reacción posible para evitar las palabrotas, no es así.
A continuación veremos las respuestas y reacciones más efectivas para minimizar o hacer desaparecer el uso de las mismas:
- Hablemos a nuestros hijos de nuestros sentimientos: Podemos explicarle, siempre en un momento de tranquilidad y calmados, que nos sienta muy mal cuando utiliza las palabrotas, que estas tienen significados feos y malos y que nos ponen igual de tristes que si nos diera una patada. Para que sepa que cuando dice una palabrota siempre hay alguien que se va a sentir a disgusto. El objetivo es corregir al niño sin que se sienta acusado.
- Ayudemos al niño a expresar lo que siente: las palabrotas siempre aparecen en momentos de cólera, ira o enfado, para que el niño aprenda a no ser verbalmente agresivo, enséñale a que aprenda aquellas palabras que realmente describen su realidad interior: frustrado, enfadado, seguro, alegre, insatisfecho, celoso…
- Expliquémosle el significado de las palabras que usa: Que el pequeño sepa que aquellas palabras denominan cosas malas.
- Enséñale a pedir perdón: Si le enseñamos a pedir perdón a la persona a quién ha sido dirigida la palabrota, el niño entenderá que esa palabra ha podido doler tanto o igual que pegar un puñetazo.
- Demos un buen ejemplo: Debemos ser un ejemplo para nuestros hijos, no actuar, decir o hacer cosas que después no vamos a dejar que ellos repitan, si el niño no escucha palabrotas en casa muy probablemente no hará uso de ellas.