Si durante años España se ha dedicado a especular moviendo la capital del Reino unos kilómetros, que no extrañe que la corrupción sea el pan nuestro de cada día ahora. Y es que, ¡Qué os voy a contar sobre la corrupción en España!
En 500 años, la tierra (su posesión, la transacción de compra-venta) se ha convertido en la moneda a favor de los gobiernos locales, que han tenido siempre estrechas relaciones con inversores y promotores de proyectos. ¿A qué lleva esto? A una corrupción generalizada (por suerte no llueve igual en todo España), hasta tal punto que se escapa ya del control del Gobierno Central.
El Presidente del Gobierno de España, ante la bochornosa y vergonzosa situación de la corrupción endémica que sufre el país, ha tomado una serie de medidas para frenar la corrupción.
Se va a obligar a declarar todo el patrimonio a todos los que hayan desempeñado alguna función pública en los últimos 30 años, ya que se ha venido produciendo una especulación inmobiliaria escandalosa que ha llevado al enriquecimiento personal de los cargos públicos.
La situación económica pasa por una falta de iniciativa importante, y se realizan transacciones económicas un tanto desacertadas, dado que se vende materia prima al exterior para luego comprar a estos el producto terminado.
Ha habido una serie de suspensiones de pagos y sanciones contra el lujo desaforado, dado que el país se ha tenido que endeudar mucho con banqueros extranjeros, y el capital de los más ricos se invierte fuera de España o ni siquiera dicho capital toca suelo español. Ante esta situación, el gobierno recurre a imprimir más billetes, lo cual descontrola el poder adquisitivo (inflación) de las clases menos pudientes.
En Europa circula el mensaje “l’Afrique commence aux Pyrénées“, para describir España como una nación menos desarrollada que el resto de Europa. Hay un problema demográfico importante, y el gobierno trata en todo momento de evitar que los “cerebros” del país se fuguen.
Es normal esto último, ya que la preparación cultural de los españoles es mayor que nunca, lo cual origina una impotencia mayor, dado que estos se tienen que limitar a escribir y hacer creaciones (lo que más les gusta), ante la falta de iniciativas empresariales muchas veces limitadas por regulaciones un tanto absurdas del gobierno.
Parece una historia del año 2011 en pleno Siglo XXI, ¿no? Pues no, este pequeño relato que he escrito lo podemos trasladar a comienzos del Siglo XVI en España, cuando el Conde Duque de Olivares era el válido del Rey (el equivalente, más o menos, al Presidente del Gobierno actual, el puesto de mayor confianza del monarca). Era la época de pleno apogeo de los válidos, cuando los reyes se dedicaban a cazar y organizar luchas entre fieras.
El Duque de Lerma, que había sido el válido del rey anterior al Conde Duque de Olivares, movió la capital de Madrid a Valladolid, y vuelta a Madrid, simplemente para especular y hacer ricos a sus allegados con el suelo de España. Hacienda solo se quedaba con el 25% de la plata que llegaba de América. Había que recurrir a los banqueros, especialmente a los genoveses y los judíos de Portugal.
La desigualdad social era alta, por lo que hubo que nacionalizar la asistencia social. Desde 1607 hasta 1627 hubo suspensiones de pagos y pragmáticas sanciones contra el lujo. Baltasar Gracián (El Criticón, alegoría de la vida humana) dijo eso de: “España son las Indias de Europa“.
Vamos, que esto de criticar viene de lejos. España tenía serios problemas demográficos, y tras los 8 millones de españoles de pico alcanzado en 1590, se tuvo que limitar la inmigración a las Indias para que el talento no se fugase.
La cultura del Siglo de Oro crea muchos arquetipos, lo que juntado al apogeo cultural y económico de esta época, permitió a España alcanzar “prestigio internacional” e influencia cultural en toda Europa (arquetipos que hoy en día nos suenan, como vagos, pillos, corrupto, etc.). Y por si los libros eran pocos, en este siglo se introducen los teatros, lugar donde proyectar estos arquetipos (el artífice de este logro fue Lope de Vega).
Es cierto que esto permitió exportar los arquetipos españoles por Europa, pero también se extiende el aprendizaje y estudio del idioma (el hispanismo). Las historia de las energías renovables en la actualidad es como la de España con la oveja merina en este Siglo XVI: se vendía la lana propia para comprar el paño fuera de las fronteras españolas (también es cierto que aquí arranca el despegue de Bilbao como puerto de exportación).
En esta época, como ahora, España también tuvo buenos economistas que pudieran tener mucho que aportar a la dirección del gobierno, pero pocos motivos encontraban para ello.
En este comienzo del Siglo XVI, se desarrolla el arbitrismo: primera literatura económica digna de tal nombre, en buena parte precedente del mercantilismo o la fisiocracia. El arbitrismo, defendía el proteccionismo y el industrialismo, sobre todo, para evitar la preponderancia de los extranjeros en el comercio español.
¿Qué quiero decir con todo lo anterior? Que España ha cambiado poco. Esto en Economía y Ciencias Sociales lo llaman Path Dependence, que básicamente se resume en cómo las instituciones históricas condicionan el contexto actual. Si España ha estado mal gobernada durante 500 años (más o menos la vida de España como unidad), no podemos pretender que de la noche a la mañana pase a tener un gobierno que saque a España de la crisis de la noche a la mañana.
Siempre digo lo mismo, pero lo repito: España es rica, el problema es cuestión de gestión. Tiene recursos, pero ha faltado una estrategia y una gestión para saber explotarlos (a los datos anteriores me remito).
Lo de los arquetipos por los que se nos conoce en Europa no es algo novedoso. Respecto a las suspensiones de pagos, ya os dije que España tenía el récord de las naciones desarrolladas. Exportar nuestro talento y recursos más preciados para luego comprarlo fuera no es algo nuevo.
En la esfera pública política (más de 100 candidatos implicados en causas judiciales concurren en las listas), los ejemplos sobran. Como esto nos parecía poco, el soborno y la corrupción se extienden a los negocios (según un estudio de Ernst&Young, European Survey 2011, hasta un 30% de los directivos españoles justifica el pago de sobornos para conseguir un negocio).
Claro, con estos ejemplos, luego me es difícil explicar que tengo grandes amigos que profesionalmente se dedican a la política y son honestos empresarios. O si no, entramos en la falacia del hombre de paja.
La corrupción es algo estructural, y esto algún día tendrá que estallar (si no lo ha hecho ya). Los efectos de la burbuja inmobiliaria que han ayudado a crear gobiernos de derechas y de izquierdas hace que el estado de indignación popular no me extrañe. ¡Y la cantidad de cosas que no sabremos!
La corrupción y el soborno los consideramos palabras de uso diario sin siquiera detenernos a pensar el daño que hacen a las sociedades desarrolladas. De ahí que muchas de ellas trabajen para erradicarlo dentro de la OCDE.
¿Algo nos puede consolar? Bueno, mal de muchos consuelo de tontos, pero sí que es cierto que al contrario que en otros países del entorno, no ha habido casos graves de corrupción de alto nivel.