La escarlatina puede parecernos una enfermedad del pasado. Puede que recordemos, incluso, haber leído sobre ella en alguna novela de época. Sin embargo, la escarlatina es mucho más actual de lo que podemos llegar a creer: de un tiempo a esta parte, Sanidad Pública ha alertado de nuevos brotes de escarlatina en nuestro país. El último en Albatera, provincia de Alicante. Es por eso que queremos explicarte en qué consiste exactamente la escarlatina, cómo se manifiesta y cómo se combate.
La escarlatina, o fiebre escarlata, es considerada una enfermedad infantil, englobada dentro del grupo de enfermedades exantémicas: es decir, aquellas que cursan con erupción cutánea generalizada. La mayoría de dichas enfermedades están provocadas por virus, pero una cuarta parte lo son por bacterias: la escarlatina es una de ellas. En concreto las cepas del estreptococo betahemolítico del grupo A.
La escarlatina afecta, principalmente, a niños de entre 2 y 6 años. Se contagia por vía aérea, a través del contacto cercano (tanto de personas ya infectadas por la bacteria, a menudo en la garganta; como de objetos o superficies contaminadas). Se trata con antibióticos y es, por regla general, un proceso leve.
Desde 1900 hasta la década de los años 30, la escarlatina fue una infección común, especialmente en el Reino Unido, en donde llegaron a registrarse hasta 100.000 casos. Tras la revolución médica de los antibióticos, el número de contagios se fue reduciendo gradualmente. Pero desde 2014 se ha ido detectando un aumento significativo de casos a nivel mundial. Sin embargo, los especialistas no creen que nos hallemos ante un brote ni una epidemia, sino más bien ante una nueva cepa, más virulenta, de estreptococo.
El primer síntoma de la escarlatina es la amigdalitis pultácea (inflamación de las amigdalas con placas de pus) que les produce un fuerte dolor de garganta y fiebre. No obstante, el síntoma clásico de la escarlatina, y que le otorga su nombre, es la lengua de un fuerte color rojo (escarlata) cubierta de puntos también rojos (lengua “de fresa roja”). A las 12 horas de este evento, aparece un rash cutáneo (sarpullido rojo de textura áspera) generalizado, sobre todo en la zona de los pliegues (ingles, axilas, cuello…) y en las mejillas.
El periodo de incubación es corto, entre 2 y 4 días, y la escarlatina es altamente contagiosa, tanto durante el mismo como durante el periodo de enfermedad como tal. Asimismo, puede derivar en otras complicaciones, desde leves (por ejemplo, una otitis media o una sinusitis) hasta una bacteriemia (infección generalizada). También, como complicación a largo plazo, aunque muy poco frecuente, cabe mencionar la fiebre reumática (enfermedad inflamatoria que puede afectar al corazón)
Por desgracia, no existe ninguna vacuna para prevenir la escarlatina. La mejor manera de combatirla es evitar el contagio, teniendo siempre presente que las guarderías y los colegios son el ambiente idóneo para que la infección se propague: el lavado de manos y las medidas de asepsia entre niño y niño (por ejemplo, a la hora de cambiar los pañales) son fundamentales en el caso de los educadores infantiles.
Si, a pesar de estas precauciones, tu hijo se viese aquejado de escarlatina, has de saber que el tratamiento se basa en antibiótico (de la familia de las penicilinas), reposo en cama, analgésicos para el dolor y antipiréticos para la fiebre (de elección el paracetamol infantil o Apiretal)