El perfeccionismo parece ser algo que está de moda en una sociedad como la nuestra, donde la competitividad y las exigencias sobre nosotros mismos son cada vez mayores. Está bien querer ser la mejor versión de nosotros, siempre y cuando esto no se convierta en una personalidad perfeccionista patológica.
Además, de personas perfeccionistas pueden salir otras del mismo proceder; con esto nos referimos a que no es raro encontrar a padres abanderados del perfeccionismo teniendo hijos que tomarán esa misma bandera. Los progenitores son los espejos donde se miran los más pequeños de la casa y por eso es importante tomar conciencia de lo significativo que resulta ser sus referentes y educadores.
Es cierto que no podemos generalizar cuando hablamos de personas perfeccionistas, pero sí hay ciertas características que tienden a ser cumplidas por la mayoría de individuos con personalidad perfeccionista.
Algunas de estas particularidades son:
Existen diferentes causas por las que se puede desarrollar un perfeccionismo disfuncional en una persona. Algunas son de carácter educativo, otras a nivel psicológico y algunas por acontecimientos vitales que influyen en las personas de una manera u otra. Algunas de estas causas pueden ser:
Tener unos padres con un estilo de educativo autoritario y con un nivel de exigencia elevado hacia los hijos puede dar como resultado que los pequeños crezcan con la idea de cumplir a toda costa con estas exigencias, desarrollando así una personalidad perfeccionista.
Crecer rodeado de gente que continuamente está elogiando cada cosa que haces puede ser otro de los motivos por los que se desarrolle una personalidad perfeccionista. ¿Por qué? Porque de alguna manera todos esos elogios posan sobre ti una imagen que debe ser mantenida; una especie de presión por continuar el estándar positivo que se ha fijado en ti.
Efectivamente, de padres perfeccionistas pueden crecer niños con la misma manera de proceder. Es algo que han visto siempre en casa y que integran como aprendizaje.
Las personas que presentan poca tolerancia al fracaso es probable que puedan tomar el perfeccionismo como forma de evitar pasar por una situación como esta.
En la mayoría de casos esto exige un nivel alto en cuanto a las expectativas de la persona en cuestión, que hará todo lo posible por estar a la altura de los familiares que le rodean.
En esta ocasión, el perfeccionismo jugaría el papel de herramienta para ser aceptado; como se ha sido humillado durante un periodo de tiempo en la infancia o adolescencia, estas personas pueden pensar que siendo el mejor (perfecto), conseguirán esa aceptación que se les fue negada en ocasiones pasadas.
Ciertas experiencias difíciles o traumáticas en la vida pueden dejar un sentimiento de vacío en ciertas personas y que tratan de llenar a través de la perfección.
Este punto es un clásico; algunas personas con baja autoestima tratan de compensar sus sentimientos de inferioridad a través de una personalidad perfeccionista.
No es raro pensar que en una sociedad tan competitiva como en la que vivimos el afán por ser el mejor sea el pan nuestro de cada día. La necesidad de destacar y conseguir buenos resultados entre tanta gente puede ser otra de las causas del perfeccionismo.
No es raro encontrar casos en los que unos padres con personalidad perfeccionista acaban por tener hijos que siguen esa manera de proceder. Por normal general, los niños tienen como referentes a sus progenitores y es de ellos de quienes aprenden e interiorizan ciertas maneras de comportarse, pensar y sentir.
Por eso, es probable que, si un niño crece rodeado de unos padres perfeccionistas, este acabe adaptando esta postura en un futuro. Sin embargo, también puede darse el efecto contrario y encontrar aquellos pequeños y jóvenes que se revelen contra las exigencias de sus progenitores y acaben procediendo de una manera completamente contraria a ellos.
Pero el aprendizaje no es el único motivo por el que los hijos de padres perfeccionistas acaben siendo de igual manera que sus progenitores. Crecer rodeado de personas perfeccionistas enfocadas al logro (y las exigencias que este conlleva) puede hacer que el niño quiera mantener ese nivel de alta demanda para no decepcionar a sus padres y ser aceptados en el ambiente familiar.
Este y otros aspectos que hemos comentado con anterioridad son algunos de los motivos por los que hijos de padres perfeccionistas acaban desarrollando también una personalidad perfeccionista. Por eso, es importante que los progenitores tengan en cuenta la importancia de sus acciones, pensamientos y sentimientos, ya que son el espejo en el que los pequeños de la casa se miran constantemente.
Si crees que eres una persona demasiado exigente contigo misma y con los demás y que tienes una personalidad perfeccionista que te trae más de un quebradero de cabeza, a continuación, te dejamos algunos consejos para mejorar en este aspecto:
Como ya hemos dicho, ser la mejor versión de ti es una buena filosofía, pero no debemos dejarnos llevar por exigencias que van más allá de nuestras capacidades.
Errar es humano y tenemos el derecho de hacerlo y permitirnos caer sin castigarnos por ello.
El dicho de “la perfección no existe” no es en vano: la belleza y la diversión está en la diferencia y la imperfección, en los detalles dispares; imagina un mundo completamente perfecto, ¿qué habría para aprender?
No seas tan duro contigo mismo: mímate, quiérete y cuídate con tus fallos y tus virtudes.
Relacionado con el punto anterior, trabajar la autoestima será algo que ayude a la aceptación de los errores que puedas cometer como ser humano que eres.
No es siempre blanco o negro; no es todo o nada, existen matices que no significan ser inferior o peor y que, además, enriquecen la existencia.
Trabajar para que esas pequeñas cosas que pueden fallar no creen en ti un estado de ansiedad es otro de las claves para evitar el perfeccionismo.
No podemos abarcar todo y vivimos en sociedad, así que los demás están ahí para echarte una mano cuando lo necesitas y eso no te hace peor, todo lo contrario.
Conocernos, saber cuáles son nuestras capacidades y hasta dónde podemos llegar será la clave para proponernos metas realistas y alcanzables que eviten más de una situación frustrante.