En los tiempos que corren no es fácil pararse a pensar en qué tipo de crianza queremos proporcionar a los pequeños de la casa (ya seas madre, padre, profesor, monitor…). De hecho, en los tiempos que corren, no es fácil pararse (sin más). Llevamos un ritmo frenético de actividad familiar, laboral y social.
Es por esto, que el slow parenting se presenta, de primeras, como algo “complicado” de valorar por padres y educadores. No hay tiempo, se dice. Quizás sería más adecuado decir, no es una prioridad. Si algo es importante para nosotros, le buscamos el tiempo debajo de las piedras.
Así que, en este artículo, te presentamos los aspectos más importantes de esta crianza a fuego lento, que quizás te convenzan para buscar tiempo debajo de donde sea a la hora de hacer uso de esta filosofía slow.
El slow parenting es un estilo de crianza en el que premia la simplicidad, la consciencia y la paciencia, proponiendo dejar a los niños desarrollarse según sus propios logros, sin controlar de una manera tan rígida su formación, ocio y seguridad.
Se trata de relajar el ritmo de crianza de los pequeños, disfrutando de cada pasito del camino y compartiéndolo con ellos de una manera sencilla y natural. No consiste en organizar cada minuto de la vida del niño, sino de disfrutar de cada momento de su desarrollo, sobre todo, a través del juego, la manera favorita y más enriquecedora de aprendizaje con la que cuentan los infantes.
Actualmente, el ritmo de vida tan acelerado que llevamos y la gran demanda de competencias y aptitudes que se requieren a pequeños y grandes, hace que exista una preocupación excesiva por el rápido y sobrecargado desarrollo de los niños. Así que, el slow parenting, se posiciona como una filosofía educativa totalmente opuesta a lo internacionalmente establecido respecto a la crianza de los niños.
Esta filosofía de crianza a fuego lento contiene diversos principios a tener en cuenta si se quiere desarrollar de una manera satisfactoria.
1. Cultiva la capacidad de observar al pequeño y fijarte en las diferencias en el desarrollo de las diversas etapas según su edad. Eso sí, no hay que estructurar de manera rígida las etapas evolutivas de los niños, hay que dejar que configuren su personalidad sin prisa.
2. Relacionado con el primer punto, en el slow parenting es esencial respetar los ritmos de crecimiento de los niños. No se debe forzar nada, porque de manera natural, el pequeño se sentirá preparado para los cambios que conlleva crecer.
3. Vuestra casa es su primera escuela y tú su primer educador, así que valora la importancia de tu rol. A veces infravaloramos el papel que los adultos tenemos en la educación de los pequeños y es un error, porque somos un pilar fundamental en sus vidas.
4. El niño aprende a través de su trabajo, que es jugar. El juego es la manera que tienen los niños de aprender y desarrollar diferentes capacidades y aptitudes, así que dejemos tiempo para que trabajen en ello.
5. Aprende a cultivar los espacios serenos y tranquilos durante el día, tanto para el pequeño como para ti. Contar con un momento y lugar tranquilo para dedicar a lo que os apetezca, es fundamental para la serenidad de toda la familia.
6. La vida no es una carrera, es un camino que hay que descubrir poco a poco junto a los más pequeños. Es decir, step by step (paso a paso), como en la canción de Whitney Houston, es cómo se disfruta del camino.
7. Hay que cuidar mucho la calidad y cantidad en el tiempo que se le dedica al niño. Entregarnos sin prisa a los niños, algo que en ocasiones se olvida, pero que resulta de vital importancia.
8. La comunicación es una de las bases del slow parenting. Dedicar tiempo a hablar con ellos es fundamental para que entiendan las cosas y se les pueda dar las explicaciones que necesitan sobre las dudas que les van surgiendo a lo largo de su desarrollo.
Existen una serie de actividades que se pueden llevar a cabo junto a los pequeños de la casa y que propiciarán este modelo de crianza a fuego lento. Una de ellas, es levantarse con tiempo por las mañanas; disfrutar con tranquilidad del despertar y dedicarles cariño, sin prisas que intoxiquen este momento. También sería ideal dedicarles tiempo a las diversas comidas del día, compartir sin distracciones esos momentos para compartir diferentes aspectos con los más pequeños.
Por otro lado, es importante dedicar una parte del día, exclusivamente, a pasar un rato de diversión con los niños. Esto reforzará vuestra relación y destensará a grandes y pequeños. De la misma manera y bajo el punto de vista del slow parenting, sería interesante tener tiempo para hacer excursiones a lugares tranquilos, que puedan potenciar el juego, la imaginación y la creatividad del pequeño.
Dejar un poco de lado la tecnología por momentos, es algo que facilitará también el compartir tiempo en familia, a través de juegos y actividades más creativas. Aunque, también es importante dejar tiempo para no hacer nada, dar paso al aburrimiento, tolerarlo y disfrutar y desarrollar, a través de él, la creatividad.
De esta manera, el slow parenting se posiciona cada vez más como el método de crianza elegido por padres y por qué no, también profesores y monitores (ya que, cada vez más, comparten mucho tiempo con los más pequeños). Es una filosofía muy desarrollada en países nórdicos y anglosajones, que se está extendiendo a regiones sudamericanas y entra con fuerza en España. Dejemos de correr, grandes y pequeños, porque lo que conseguimos es dejar atrás los momentos y detalles que hacen de la vida, algo único.